domingo, 3 de septiembre de 2023

Bajo el agua

¡Hola! Ya se terminan las vacaciones y volvemos a las rutinas (qué ganas, os lo juro). Espero que hayáis tenido un buen verano, yo me lo he pasado muy bien. Os dejo aquí un relato corto, a ver qué os parece. 

¡Un abrazo!



Nunca había visto una concha tan bonita. Era rosa por un lado y parecía bañada en plata por el otro. Tenía vetas rugosas en forma de espiral y reflejaba con timidez los pocos rayos de sol que llegaban a través del agua. 

Sin dejar escapar ninguna burbuja, me hundí más y extendí la mano para recoger la concha. Algo se movió a mi lado. En mitad del banco de arena, entre unas rocas bien colocadas, dos ojos me miraban.

Tardé un poco en darme cuenta de que la roca del centro no era una roca, sino el cuerpo de un pulpo pequeño que había decidido construir allí su casa. Había colocado rocas alrededor de su madriguera y recolectado conchas para cerrar la entrada. Esa concha que yo quería, la rosa y plateada, bien podría haber sido la puerta del jardín de entrada.

Retiré la mano y observé al pulpo con cuidado de no espantarlo. Su piel parecía tan rugosa como las rocas que lo rodeaban, pero estaba segura de que, si lo tocaba, la textura sería totalmente distinta a la que me imaginaba. 

Él también me miraba. Parecía tranquilo. Expulsaba agua por el sifón de manera rítmica y me miraba fijamente con su pupila rectangular. ¿Qué estaría pensando? ¿Sería esa también su concha favorita? Todas las que tenía alrededor eran muy bonitas, ¿las elegía con criterio o era casualidad?

Noté un toque en la pierna y me giré para observar a mi chico buceando en el agua. Me sonreía y hacía señas para que viera a un pez multicolor que nadaba a mi espalda. Cómo le quería. Sonreí y se me escaparon unas burbujas por la nariz. Me acerqué a él y buceamos juntos un poco más, lejos del pulpo y de sus conchas. 

Antes de salir del agua, miré atrás y vi que el pulpo desplegaba un tentáculo para recoger la concha con cuidado y traerla hacía sí. La sostenía con delicadeza; lo suficientemente fuerte para que no se cayera pero lo bastante suave para no romperla. Las cosas bonitas quizá se encuentren por casualidad, pero elegir algo y cuidarlo es un acto totalmente voluntario. Una concha, una persona, un baño de plata, una sonrisa entusiasmada… 

Salimos del agua y el silencio submarino estalló en salpicaduras y bocanadas de aire. 

        -¿Lo has visto?- me preguntó emocionado. Tenía un poco de agua dentro de las gafas de buceo y             movía los brazos en círculos para flotar en la superficie.

Yo no podía dejar de sonreír. 

Claro que lo había visto. Y todavía lo veía. Justo ahí. Mejor que nunca.


-Teresa 

martes, 11 de abril de 2023

Reto 5 líneas: enero y febrero

¡Hola! 

Durante el mes de marzo he estado un poco ausente y, para ser honesta, lo mismo va a ocurrir en abril. Estoy escribiendo algo que necesita toda mi atención y energía, así que no me quedan más palabras para otros relatos jajaja. Aun así, me gustaría enseñaros lo que escribí hace unas semanas para el reto 5 líneas.

Contexto: empecé a participar en este reto en marzo, pero me gustaría completar el año entero así que decidí escribir los microrrelatos correspondientes a enero y febrero también; así al acabar el año los tendré todos :)  Aquí están:


Enero: Prefieres, cerillas y compañeros


一Escucha, esto no es un impulso, es una revelación. Después de tanto tiempo trabajando y exprimiendonos los sesos para sacar hasta la última gota de ideas y conocimiento… de repente, lo veo claro: lo que hemos creado no es una obra de arte, es un monstruo de Frankenstein. Y, dime, ¿qué prefieres? ¿Quemarlo ahora o esperar a que nuestros compañeros vengan a lincharnos por el? 


Damián suspiró. 

一 Cállate y pasa las cerillas.


***


Febrero: Conocimientos, temblor y quiero


‘Por favor, ayúdame’, suplica el herido desde el suelo. De verdad que quiero ayudarle, de verdad que quiero obrar un milagro y salvarle la vida, pero no tengo ni los conocimientos ni las habilidades para esto. Los coches iban demasiado rápido, el choque había sido fatal; y el hospital más cercano está a una hora por carretera. ‘La ambulancia está de camino’, respondo. Un temblor le recorre el cuerpo; la ayuda no llegará a tiempo. 




Volveré con el microrrelato de abril en un par de semanas.

¡Hasta pronto!




-Teresa

viernes, 17 de marzo de 2023

Lección de magia

  ¡Hola! Durante los últimos días he estado debatiéndome sobre si publicar esta historia o no. Supongo que esos miedos de los que hablaba en la sección "Sobre mí" estaban atacando de nuevo. Tengo que recordarme a mí misma que lo que escribo no tiene que ser perfecto, solo tiene que existir y servirme para pasar un buen rato. Disfruté de escribir este relato, así que aquí está. Espero que os guste :)

¡Un abrazo!


-Esto es una pérdida de tiempo- resopló Erin.

La aprendiz dejó caer el ramillete de hojas secas sobre la mesa y se quitó la venda de los ojos. Se encontraba en el aula de pociones y encantos; la cual actuaba a la vez de biblioteca, almacén, cafetería y despacho. A decir verdad, el nombre ‘aula’ le venía por el cartel de madera que colgaba sobre la puerta; si no lo hubieran colocado ahí, probablemente estaríamos hablando de un cuarto de la limpieza hasta arriba de artefactos extraños, libros y probetas. 

-¿De qué me sirve esto?- le preguntó a su maestro.

El anciano estaba sentado sobre una pila de libros y documentos arrugados, con una taza humeante de té entre las manos y un libro abierto flotando delante de él. Según terminaba una página, pasaba a la siguiente con un breve movimiento de cabeza. El hombre ni se inmutó ante las quejas de su alumna; eran demasiado frecuentes como para sobresaltarlo. Sin apartar la vista de su libro ni alterar la voz, se limitó a contestar con una cortesía punzante:

-¿Aprender a concentrar la humedad que hay en el ambiente para rehidratar un cuerpo material y devolverlo a su estado primero no le parece lo suficientemente interesante, señorita?

Erin se mordió el labio. Pues claro que le parecía interesante, se le ocurrían varias aplicaciones super útiles para este hechizo. Adiós a los bizcochos resecos del almuerzo y a las riñas de su madre por no regar las plantas, por ejemplo. Oh y a la piel seca y tirante después de una ducha bien caliente. Bueno, y podría ayudar a los curanderos a estabilizar pacientes con deshidratación severa, claro, también lo había pensado. Pero dejando todo eso a un lado, había otro hechizo que le corría más prisa aprender, y su maestro no soltaba prenda. Llevaba tres días intentando averiguarlo sin que pareciera demasiado obvio.

viernes, 3 de marzo de 2023

Reto de escritura 5 líneas: Marzo

Este es un reto creado por Adella Brac. Consiste en escribir un microrrelato de cinco líneas con las tres palabras que ella propone en su web cada mes.
Para conocer todos los detalles, solo tenéis que hacer click en la imagen y os dirigirá directamente a su web. Si no funciona el link, decídmelo en los comentarios y lo arreglaré :)


 Estas son las tres palabras de marzo:
Volumen, miradas y cuaderno

Evan eligió una mesa, pidió un café y sacó el cuaderno de la bolsa. Había soñado con esos ojos otra vez, y no podía quitárselos de la cabeza. Subió el volumen de la música y comenzó a dibujar, inmerso en esos ojos, hasta que se encontró a sí mismo intercambiando miradas con una joven que lo observaba desde el papel. ¿Quién eres?, susurró. La chica frunció el ceño y emborronó el dibujo. Deja de buscarme, respondió.


-Teresa

 

lunes, 27 de febrero de 2023

El que puso las estrellas ahí arriba

¡Hola! Aquí tenéis un relato nuevo. El original lo escribí en inglés, así que me parece justo publicar las dos versiones. Me expreso un pelín distinto en estos dos idiomas así que hay palabras u oraciones que varían un poco, pero en general es lo mismo. Si no sabes inglés, no te pierdes nada. Y si sabes, quizá te puedas entretener un momento buscando las pequeñas diferencias jajaja. Sea como sea, espero que os guste la historia :)




El que puso las estrellas ahí arriba

Hubo una vez un hombre que vivía en lo alto de una colina, en una cabaña pequeña junto a un árbol muerto. No tenía nombre, no lo necesitaba; habían pasado siglos desde que alguien lo llamaba. 

Ese hombre estaba a cargo de las estrellas. Las guardaba todas en un armario de madera, ordenadas por brillo y tamaño en distintas bolsas de tela. Cada vez que el sol comenzaba a descender, él cargaba las bolsas en su carretilla y las empujaba hasta la cima de la siguiente colina; esa era más alta que la suya, y era perfecta para la tarea. Entonces, esperaba, y cuando el sol rozaba el horizonte y el cielo ya no podía sostener más colores, el hombre abría las bolsas y comenzaba a trabajar. Cuando el día y la noche se hacían uno, en ese momento sin tiempo, el hombre colgaba las estrellas con cuidado, una a una, dibujando formas en el cielo mientras silbaba una vieja canción para saludar a la luna. “Aquí tienes, mi amor; te dije que no estarías sola allí arriba. No mientras yo siga en pie”.  Y ella salía a darle las gracias con caricias suaves de luz de plata. Él sonreía y continuaba manos a la obra. 

Y en la distancia, aunque nadie podía verlo, la luna lloraba. Echaba de menos esos tiempos en los que el árbol seguía vivo y ella estaba ahí abajo, capaz de utilizar el nombre de su amado y acariciarle la cara con las manos.


***


The one who put the stars up there

There was a man who lived on the top of a hill, in a small shack next to a dead tree. He didn’t have a name, he didn’t need it; it had been centuries since someone had called him. 

He was in charge of the stars. He kept them in a cupboard, classified by brightness and size in different fabric bags. Each time the sun started setting, he put those bags in a wheelbarrow and hauled it to the top of the next hill; it was a bit higher than his own. Then he waited, and when the sky couldn’t hold more colours, he opened the bags and started working. When day and night became one, in that time with no time, the man hung carefully the stars, one by one, drawing shapes in the sky while whistling an old song to greet the moon. ‘Here you go, my love, I told you it wouldn’t be so lonely up there. Not on my watch’. And the moon came out and thanked him with a caress of silver light. He smiled.

And no one could see it, she was too far away, but the moon was crying. She missed that time when the tree was still alive and she was down there, free to call out her lover’s name.


- Teresa