(#5 Archivo del blog)
Este relato se me ocurrió paseando con mi perrita en una tarde nublada de invierno. Iba sola, así que tuve tiempo de pensar en los detalles. Estuve - y estoy- orgullosa del resultado, creo que hice un buen trabajo (aunque siempre se pueda mejorar, por supuesto). Me hizo especial ilusión que un grupo de estudiantes encontró esta historia e hizo un montaje para su emisora de radio escolar. Leyeron la historia en voz alta y añadieron música y efectos especiales; hicieron un gran trabajo y me dieron una sorpresa maravillosa.
<<Vas a salir??>>, tecleó en el móvil.
…
<<No, estoy en Sariñena, quedamos mañana??>>, respondió Sonia al cabo de un rato.
No es lo que Kim esperaba oír, pero qué le iba a hacer...
<<Vale>>, dijo.
Resopló y se dejó caer sobre el sofá. Julia y Pablo estaban entrenando a baloncesto, Nuria tenía que cuidar de su hermana pequeña, Edu estudiaba filosofía y Sonia había ido a Sariñena. Resumiendo: no quedaba nadie en el pueblo con quien salir a dar una vuelta. Resopló una vez más y dejó que su cuerpo se escurriera hacia abajo, con lo que consiguió colocar su cuello en una mala postura y que un calambre le recorriera la espalda. Se irguió molesta y se frotó la nuca. Vio el mando de la televisión delante de ella, pero cuando alargó la mano para cogerlo, una perrita blanca con manchas marrones apareció corriendo en el salón y apoyó el hocico en las rodillas de su dueña.
- Está bien, Luca- dijo Kim con una sonrisa tierna- Vamos a pasear.
Eran las seis de la tarde pero, al ser invierno, ya había oscurecido. La niebla absorbía las casas y apenas dejaba paso a la luz de las farolas. Luca tiró de la correa para meter prisa a Kim y ésta empezó a caminar. La calle estaba desierta. Pronto llegaron a la carretera, húmeda por la niebla, que marcaba la frontera. La cruzaron y caminaron unos metros hasta dar con un camino que se internaba entre los campos de cultivo.
Al pisar la tierra, Kim se agachó junto a Luca y le colocó en el collar su luz intermitente de la bicicleta antes de soltar el gancho de la correa.
- No quiero que te pierdas con toda esta niebla- le susurró acariciándole tras la oreja.
La perra se alejó corriendo eufórica y empezó a olisquear los mismos rincones por los que pasaba siempre. El mismo seto, el mismo agujero, el mismo tractor abandonado… siempre igual.
Kim, por otro lado, se colgó la correa al hombro y siguió el camino sinuoso mientras observaba los campos sembrados a la derecha y los pinos que crecían a la izquierda. Las ramas no empezaban a crecer hasta los cuatro metros de altura y la niebla se deslizaba entre los troncos con delicadeza, como espíritus perdidos. Cada vez que pasaba por debajo de un árbol, las gotas de niebla condensada se precipitaban sobre ella. Llueven nubes, pensó. Y su mente comenzó a hilar distintas escenas de una historia que inventaba sobre la marcha.
No muy lejos, veía una luz roja que flotaba de un lado a otro.
- ¡Luca!- llamó. Y la luz se detuvo al instante y empezó a acercarse hacia ella rápidamente.
Cuando llegó a su lado, Kim la acarició y se aseguró de que la linterna seguía bien sujeta; no quería perderla. Pronto llegaron al camino de asfalto que conducía hasta el pantano; Luca corrió hacia la hilera de setos que había a la izquierda para buscar cualquier rastro de un gato. La chica siguió hilando escenas en su cabeza.
Al cabo de unos minutos, Kim despertó de sus pensamientos y se dio cuenta de que había perdido de vista la luz roja. Llamó a su perra y, al no verla por ninguna parte, la llamó de nuevo. Y luego otra vez más, pero Luca seguía sin aparecer. La buscó entre los setos y siguió llamándola temiendo que se hubiera alejado demasiado por perseguir un gato. Entonces escuchó un gruñido y luego un gemido agónico en algún lugar delante de ella. Un escalofrió le recorrió el cuerpo al mismo tiempo que lo hacía una terrible corazonada: Luca.
Echó a correr por el camino de asfalto, todo recto, sin saber muy bien qué esperar. Por favor, que esté bien, se repetía una y otra vez. La niebla era cada vez más espesa y le costaba diferenciar su entorno; ya no sabía cómo de lejos estaba del pueblo, se había desorientado por completo.
La luz roja apareció de repente a dos metros de ella y frenó de golpe para no pisarla. Se agachó jadeando y la recogió. Tenía la correa de goma rota, por eso se había desprendido del collar de Luca. Escuchó que algo se acercaba rápido hacia ella.
-¿Luca?- pensó en voz alta al distinguir el roce de unas garras arañando el asfalto.
Se incorporó despacio y entornó los ojos para buscar entre la niebla pero, cuando consiguió distinguir una forma, ya era demasiado tarde. Un gran lobo con el lomo erizado y el hocico manchado de sangre atravesó la niebla de un salto. La saliva le caía en espuma por los belfos. El horror escaló la garganta de Kim y escapó por su boca con un grito desgarrado. El animal se abalanzó sobre ella sin miramientos y le arrancó la cara de un mordisco.
Un hombre que paseaba por las afueras del pueblo escuchó el grito y detuvo la marcha. Reunió a un grupo de gente para ir a ayudar a quien lo necesitara, pero la niebla les impidió llegar a tiempo y solo encontraron el cadáver desmembrado de una joven y, pocos metros más allá, la pata delantera de un perro blanco.
Eran las seis y media de la tarde. La niebla se cernía sobre el cuerpo mutilado y recogía el vapor de la sangre caliente. Y por encima de las nubes, colgada del firmamento, la luna llena observaba con orgullo la escena. Pues una madre siempre se enorgullece de los logros de sus hijos.
¡caramba! ¡vaya final!😢 Me gusta el resultado😊🌹🌹🌹
ResponderEliminargracias <3
Eliminar¡Hola preciosa!
ResponderEliminarMe ha encantado, esta genial, que envidia me das, soy nefasta para hilar dos palabras que suene bien. Menudo final.
❀ Fantasy Violet ❀
Besotes! 💋💋
Gracias Violeta! La verdad es que todo es practicar jajaja Un abrazo :)
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